En las ultimas semanas, los medios se
han ocupado de informar ampliamente de fugas de refugiados políticos,
asambleístas con sentencia y prófugos, redes de corrupción al interior de la
policía y las entidades judiciales, jueces suspendidos que continúan ejerciendo
funciones, etc… Y si retrocedemos, desde las ultimas semanas hasta la última
década, la lista se multiplica y este escenario devela actores que juegan sus
roles en toda la estructura social y gubernamental sin respetar a nada ni a
nadie.
La lectura de esta situación me permite
identificar muchos rostros de la justicia boliviana. El rostro de la “justicia
de Jueces y Fiscales” quienes, parecería que tienen una propia lectura de las
leyes, y si no pregúntenles a varios de estos actores que se encuentran al
interior de la penitenciaría de Palmasola. Está también, el rostro de la “justicia
política” movida por el motor ideológico. Personajes acusados de todo y de nada
que se someten a juicios en los que la verdad no tiene chance alguno, motivo
por el cual están en la cárcel o deciden fugar. La policía también ayuda a
darle un rostro diferente a la justicia, “justicia institucional”, cuando por
iniciativa propia decide armar una estructura con sus propias leyes y en su
propio beneficio. Hasta la “justicia comunitaria” tiene su rostro en este careo
de la justicia.
Mil y un Rostros, 1957, Peter Keetman, Museum Ludwig Colonia |
Éste mi sencillo análisis me permite
comparar la fotografía de Peter Keetman
(fotógrafo alemán 1913 – 2005) cuyo título resume a cabalidad mi visión de la justicia
boliviana: “Mil y un rostros”.
Técnicamente Keetman aprovecha el
fenómeno físico de la refracción de las gotas de agua, ordenadas en una rejilla
metálica. Pero en un orden aleatorio, que no responde a una lógica establecida
(como debería hacerlo La Justicia) a través de las cuales se refracta la imagen
de un rostro que en la imagen aparece totalmente desenfocado. Priman aquí los
mil y un rostros, las mil y un gotas que hacen de lentes, y si miramos
detenidamente cada una de las gotas, refracta una parte diferente del rostro
según se encuentre en la parte superior, inferior, derecha o izquierda.
Acertadamente podríamos decir: “Depende del lente con el que se vea”. Y lo mismo
pasa con la justicia boliviana, depende del lente con que se vea para determinar
a quién favorece.
Quizás la foto no es muy conocida,
pero sí la realidad de la justicia boliviana que no deja de sorprender con sus
procesos. Analistas, profesionales de las leyes, Derechos Humanos, población en
general, Gobierno, todos coinciden con la profunda crisis de la justicia, pero
casi nada se hace al respecto. Si fotografiáramos la justicia boliviana, quizás
se vería como la foto de Keetman, donde no se ve el verdadero rostro, el
desenfocado, el que quisiéramos conocer. Sólo podemos ver los mil y un rostros que tanto daño nos hacen.